Santa Jacinta de Fátima, nacida en 1910 en Portugal, fue una de los tres niños que tuvo visiones de la Virgen María en 1917, junto con su hermano Francisco y su prima Lucía. Jacinta tenía solo 7 años cuando comenzaron las apariciones.
Durante las visitas de la Virgen María, Jacinta y los otros niños recibieron mensajes sobre la importancia de la oración y la conversión. La Virgen les mostró también una visión del infierno y les pidió que oraran por la paz y por la conversión de los pecadores.
Jacinta fue especialmente valiente y comprometida con los mensajes de la Virgen. A pesar de su corta edad, aceptó sufrir enfermedades y dificultades con alegría, ofreciendo sus sufrimientos por la conversión de los pecadores y la paz en el mundo.
Falleció en 1920, a los 9 años, debido a una enfermedad. Jacinta fue canonizada en 2000 por el Papa Juan Pablo II.
Su vida nos recuerda que, incluso en tiempos difíciles, debemos esforzarnos por vivir de acuerdo con nuestros valores y buscar la paz interior. Su vida muestra que, con fe y dedicación, podemos enfrentar desafíos y contribuir al bienestar de los demás. Jacinta también nos anima a ser valientes y generosos, ofreciendo nuestras acciones y sufrimientos por el bien de los demás y por la paz en el mundo.
Su fiesta se celebra el 20 de febrero.
