Lámina San Martín de Porres

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San Martín de Porres nació en Lima, Perú, en 1579. Fue hijo de un noble español y una mujer africana liberada de la esclavitud, en una época en la que había muchas desigualdades, y sufrió rechazo por su origen mestizo. Sin embargo, desde niño, Martín mostró un corazón generoso y un profundo deseo de ayudar a los más necesitados. De joven, se convirtió en aprendiz de barbero, aprendiendo no solo a cortar el cabello y afeitar, sino también a realizar pequeñas curaciones y preparar remedios para los enfermos. Con el tiempo, esta experiencia lo preparó para servir aún más, y decidió unirse a los frailes dominicos en el convento de Nuestra Señora del Rosario.

Aunque al principio fue aceptado solo como ayudante, Martín dedicó su vida al cuidado de los enfermos en la enfermería del convento, atendiendo a todos con paciencia y cariño. Su bondad lo llevó a ayudar también a los pobres de Lima, llevándoles comida, medicinas y consuelo, y compartiendo lo poco que tenía. Su generosidad era tan grande que se le atribuyen milagros, como la multiplicación de alimentos para alimentar a quienes necesitaban. Su dedicación y su habilidad en el arte de curar lo hicieron ser reconocido más adelante como patrono de los peluqueros y barberos.

San Martín es recordado como el "santo de la escoba" porque realizaba los trabajos más humildes, como barrer y limpiar, con alegría y amor, considerándolos una forma de servir a Dios. Esta escoba se ha convertido en símbolo de su humildad y disposición para servir en todo momento, recordándonos que cualquier tarea, por sencilla que sea, puede honrar a Dios si se hace con amor.

Además de su amor por las personas, San Martín sentía un profundo respeto por la creación de Dios, cuidando con cariño a los animales, incluidos perros, gatos y hasta ratones, a quienes trataba como amigos. Su vida inspiró a muchos a tratar a toda la creación con respeto y compasión.

Una de las anécdotas más recordadas de su vida es el momento en que, desobedeciendo una regla del convento, acogió y cuidó a un hombre pobre con una enfermedad contagiosa. Al ser reprendido, respondió con humildad: “El amor no sabe de reglas cuando se trata de ayudar a quien sufre”. Este acto de caridad hizo que sus hermanos comprendieran mejor la importancia de la compasión. Su capacidad de ver a Dios en cada persona, especialmente en los más necesitados, y de servir sin condiciones lo convirtieron en un símbolo de justicia social y paz.

San Martín de Porres fue canonizado en 1962. Hoy se conoce como patrono de los peluqueros porque, en su juventud, trabajó como aprendiz de barbero, que en esa época no solo implicaba cortar el cabello y afeitar, sino también realizar pequeñas curaciones y tratar heridas. Con el tiempo, Martín se convirtió en un excelente peluquero y también en una especie de sanador, aprendiendo a preparar remedios naturales y utilizando sus conocimientos para ayudar a los pobres y enfermos que no podían pagar un tratamiento médico.

Este oficio lo preparó para la misión de servicio que desarrollaría luego como hermano en el convento de los dominicos, donde utilizaba sus habilidades para cuidar a los demás. Al convertirse en santo, su experiencia como barbero y su ejemplo de dedicación hicieron que fuera reconocido como el patrono de los peluqueros y barberos.

Tambien es considerado patrono de la justicia social porque dedicó su vida a luchar contra las injusticias y desigualdades de su tiempo. Nació en el Perú colonial, donde las personas de origen mestizo y africano, como él, sufrían discriminación y pobreza. A pesar de estas dificultades, Martín nunca dejó que el rechazo de la sociedad lo llenara de rencor; en lugar de eso, mostró un profundo amor y respeto por todas las personas, sin importar su origen o clase social.

Finalmente, es patrono de los animales y la ecología, ya que San Martín mostraba un gran amor por los animales y los cuidaba como si fueran parte de su familia.

Festividad: 3 de Noviembre
Patrono: de los peluqueros y también de quienes buscan justicia social. 
•Frase Célebre: “No busques ser grande e importante a los ojos del hombre, si no a los ojos de Dios”